
Al sentir la importancia de la meta, anulo mi ego y rechazo varias cosas que aparecen como obstáculos para alcanzarla. No dejo de recibir placer de la comida o de la vida, no rechazo nada en este mundo, pero trabajo sólo en la importancia de la meta.
Decimos que nuestro mundo es importante para nosotros y está lleno de grandes placeres, pero el mundo espiritual es aún más importante y más atractivo para mí. Resulta que, de acuerdo con el grado de esta importancia, no me doy cuenta aparentemente de todo lo que me impide alcanzar la espiritualidad. De esta manera avanzo.
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