Las personas siempre han creído que “nuestros hijos estarán mejor que nosotros”. En particular a partir de la mitad del siglo 20, la generación siguiente vivía mucho mejor que la previa. Pero está tendencia finalizó con la terminación del crecimiento del egoísmo y su cierre dentro de un sistema integral, al que no correspondemos. Por lo tanto, no sabemos cómo vivir de aquí en adelante.
Un enorme sentimiento de incertidumbre ha surgido, que evoca sentimientos de miedo y por lo tanto de agresión, y la disposición de realizar cualquier acción sólo para sacar a la luz lo que está sucediendo. La solución al problema está en la educación, es decir una explicación del hecho de que si nos volvemos similares a la naturaleza, nos volvemos omnipotentes como ella.
La equivalencia con la naturaleza significa traer nuestra unificación egoísta e involuntaria a una unificación voluntaria, altruista, y mutua, hasta que lleguemos al amor universal. Dentro de ese amor, revelaremos nuestra eternidad y perfección, que están presentes justo en las bases de la naturaleza.
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