Sin embargo, luego él llega a un punto de bifurcación, a un repentino cambio de un estado anterior estable, a un punto de ruptura en el cual debe evaluarse y reconsiderar su actitud hacia el desarrollo, hacia la vida, el deseo, la Luz, y todas las herramientas a su disposición. Él cambia por completo su paradigma anterior, toda su filosofía de vida, y su percepción del sistema en el que existe.
Anteriormente, este sistema lo controlaba, porque él funcionaba totalmente dentro de la naturaleza, y sólo él mismo se imaginaba que estaba por encima ello por su falta de comprensión. Ahora, él entiende su completa dependencia de la naturaleza, de sus fuerzas y leyes, y que debe tener el gobierno de la naturaleza en sus propias manos, como está escrito: “Mis hijos me han vencido”. Entonces, la persona entiende el punto de quiebre especial en el que está.
Antes, sólo pensaba que había cambiado algo en su vida, pero en realidad, él siguió obedientemente las órdenes de la naturaleza sin ningún tipo de libertad de elección. Ahora, se le da la libertad. Comienza a ver el mundo como algo caótico, sin ningún orden. Se le da a él esta sensación a propósito para que él mismo quiera poner todo en orden, conectarlo todo, y controlar el mundo.
Aquí, recibe la oportunidad de pedir al Creador la fuerza, el entendimiento y el avance a través de la fe por encima de la razón, porque desea estar relacionado con los estados superiores. Él quiere recibir una nueva mente y nuevas cualidades a partir de ahí y por lo tanto llevar su mundo al equilibrio. Es así porque el mundo es el reflejo del orden interior en el hombre, de acuerdo con su percepción interna de la realidad, y no con la percepción externa.
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