Todo esto se debe a los pequeños golpes experimentados por nuestro deseo de recibir placer. Y luego este recibe una impresión como si existiera junto con la realidad circundante. Si el deseo no hubiera recibido estas pequeñas “inyecciones” que lo golpearon, no se percibiría a sí mismo, a su realidad, ni a su entorno. De esta manera existe. Y no hay nada más que esto: el deseo de disfrutar que recibe pequeños golpes de Luz.
La Luz impone los más pequeños golpes en el interior del deseo de recibir placer sin una sola reacción consciente en favor del deseo, este es el estado en el que estamos. Cuando el deseo se vuelve capaz de desarrollar una reacción a la Luz superior, es decir, cuando se vuelve más sensible a estos golpes y aumenta su sensibilidad hacia ellos, desea no recibirlos más, se resiste a ellos, e intenta hacer retroceder la Luz de un modo u otro, golpeándola de nuevo. A esto se le llama una “pantalla“.
Y entonces, en virtud de mi resistencia, oposición y enfrentamientos, comienzo a alcanzar. Quién está haciéndome esto, para qué, qué quiere de mí, y qué puedo alcanzar a través de esto. Este es todo nuestro trabajo: el deseo de recibir placer y los golpes, los choques con la Luz.
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