“El fin de la
acción” es la adhesión con el Creador. La adhesión es posible sólo de acuerdo a
la equivalencia de forma, la adquisición del atributo de
otorgamiento, en la que la vasija tiene los mismos atributos de la Luz. La
equivalencia de forma en la vasija se alcanza al lograr al amor de otros, lo
cual se cumple en un grupo de amigos. En el grupo, existen todas las condiciones
necesarias para descubrir este amor mediante el apoyo mutuo, entendimiento y
cooperación.
Lo principal es
atraer sobre nosotros la Luz que Reforma, la cual influye al grupo cuando este anhela
estar adaptado a la Luz. Esto significa que el grupo quiere estar conectado,
unificado, uno, como un hombre con un corazón, en el que todos están dirigidos
hacia una meta, y todos están incorporados en todos. Entonces, somos compatibles
con la Luz.
Mientras más grande
sea la fuerza con la que nos conectamos, más superamos nuestro ego, la indiferencia,
la repulsión mutua y los conflictos, entonces, la Luz nos influye más
fuertemente al revelar en nosotros un sistema unificado. De tal manera que, al
conectarnos el uno al otro, este cuerpo general, nuestros deseos e intenciones,
se convierten en el cuerpo de nuestra alma. La Luz que llena este deseo general
es llamada la Luz del alma. Así, descubrimos nuestro primer Partzuf
espiritual, nuestro primer nivel espiritual.
Tratemos de imaginar
este estado y esperar que la Luz lo llene, pero con sólo leer una frase sentimos
que hemos abandonado la intención correcta, y ahora necesitamos regresar a ella una
vez más. Entonces, al leer cada frase, debemos revisar los estados internos en
los que estamos. Así, intencionalmente crearemos en nosotros constantes
“entradas” y “salidas” para no tener que pasar por ascensos y descensos
prolongados, y avanzaremos constantemente mediante esos ascensos y descensos
momentáneos.
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